A lo largo de 18 años la valentía de Linda Loaiza ha dejado al descubierto uno de los lados más oscuros del régimen.
Linda pasó de ser torturada sistemáticamente durante cuatro meses por su agresor, a sufrir la tortura continuada de un Estado que, estando obligado a defenderla, lo que hizo fue señalarla para proteger al victimario.
Repasando lo vivido por Linda, desde entonces, hasta el sol de hoy, uno ve aparecer los monstruos que nos condujeron hasta donde estamos ahora y que tanto dolor han causado y siguen produciendo a los venezolanos.
La impunidad ha crecido como todos los males del país. Los criminales actúan amparados por un Estado igualmente criminal, por un sistema de “justicia” podrido, que convierte a los victimarios en víctimas y a las víctimas en delincuentes.
En 20 años, el número de hogares en Venezuela con jefatura femenina, pasó de 24 a 39%.
En ese contexto, lejos de impulsar políticas para que la mujer desarrolle sus capacidades, el Gobierno se limita, como en todos los ámbitos, a invertir en medidas cosméticas y propagandísticas, mientras sigue empujando la crisis que afecta cada uno de los aspectos de la vida de los venezolanos y en especial de nuestras mujeres.
Linda Loaiza le puso nombre a la vulneración de los derechos humanos de las mujeres.
Su rostro representa a cada una de las venezolanas que sufren la violencia de género, en un país con un gobierno que se dice feminista.
Tal como se afirma en el informe Mujeres al Límite, realizado por CEPAZ, AVESA, la Asociación Civil Mujeres en Línea y FREYA, es prácticamente imposible conocer las dimensiones de la violencia contra las mujeres en Venezuela. Desde hace dos años no se cuenta con cifras del Ministerio Público, y el Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género (MinMujer) tampoco lleva un sistema de registro de casos.
La Fiscalía sólo reporta la cifra total de femicidios desde el año 2014, pero la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMVLV), tipifica 21 formas de violencia contra las mujeres.
La ineficiencia del sistema de justicia para atender a las venezolanas víctimas de violencia las lleva a procurar resolver el problema al margen de la ley y de las instituciones del Estado.
Crean organismos para supuestamente proteger a la mujer y reparten dinero que no soluciona nada, pero para nadie es un secreto que es inexistente la preocupación del Estado venezolano por las mujeres y que la impunidad lleva a que la violencia se haga cada día más presente.
Para marzo de 2016, se estimaba que 50% de las venezolanas había sido víctima de algún tipo de violencia por parte de su pareja, según el Fondo de Población para el desarrollo en Venezuela.
Pero la violencia no es sólo física, lo que padecen las mujeres a diario por la situación social y económica, es también un tipo de violencia y la actuación o la falta de esta por parte del gobierno es ciertamente criminal.
El caso de Linda Loaiza, tuvo 59 inhibiciones, pasó por las manos de 76 Jueces y Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y las audiencias fueron diferidas en 38 oportunidades.
Ante la falta de respuesta Linda acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, siendo el primer caso venezolano de violencia contra la mujer que llega a esa instancia.
“Quería justicia y es lo único que le he pedido al Estado venezolano. Nada me devolverá mi vida anterior a esta tragedia, pero esperaba sentir que el culpable lo pagaría de alguna manera. Me sobrepuse y me dediqué a buscar justicia. Allí me enfrenté a otra forma de tortura: la sordera del sistema judicial hacia la violencia contra las mujeres. Aprendí que la justicia no existe para quienes no tienen poder y menos para las mujeres”, expresó Linda.
Hablamos de un problema estructural, que amerita un verdadero compromiso, que parta del reconocimiento del problema.
La humillación y la tortura que viven nuestras mujeres no se resuelve con bonos y medidas demagógicas. Pero es mucho pedir que los monstruos que nos trajeron hasta aquí reconozcan su responsabilidad y corrijan el rumbo.
El caso de Linda es una fiel demostración. La forma como se burlaron de su sufrimiento y de sus derechos, no necesita mucha explicación. No hay justificación, no hay atenuantes.
No existe un Plan Nacional en contra de la violencia contra las mujeres, que es precisamente la exigencia que hace la Comisión Interamericana de Derechos tras la audiencia de Linda Loaiza esta semana: “Venezuela debe diseñar e implementar una política nacional en materia de prevención de la violencia contra la mujer y de género que incluya mecanismos efectivos de supervisión y fiscalización”.
Linda nos ha dado un ejemplo de valor, constancia y determinación al denunciar al Estado en instancias internacionales. Es por ella y por todas las mujeres venezolanas que seguimos en la lucha.
No caigamos en la desesperanza. Como bien ha dicho Linda ¡Rendirse no es una opción!