El 2017 apenas inicia, aun no ha culminado el mes de enero y ya los pronósticos para este año se han agravado bajo la mirada indiferente de quienes insisten en perpetuarse en el poder.
Ese es el objetivo de Maduro y su combo: mantenerse en el poder a costa de lo que sea. Por eso ignoran con un descaro sorprendente los reclamos de un pueblo que está hambriento y no sólo por falta de alimentos, sino también por falta de justicia, de seguridad, de salud. Un pueblo que quiere elegir, y cuyo derecho a hacerlo le ha sido arrebatado, nada menos que por quienes deberían asegurárselo.
Una mayoría cada vez más amplia clama por los cambios que nos lleven a superar las innumerables y cada vez más profundas dificultades que sufrimos los venezolanos. Nunca como hoy, a unos pocos días de su conmemoración, el espíritu que impulsó el 23 de enero de 1958, había estado tan vigente. Esa fecha es una demostración de que cuando los venezolanos trabajamos unidos podemos triunfar, sin importar los obstáculos. El pueblo no debe olvidarlo y tampoco deben hacerlo quienes detentan el poder, que actúan como si Venezuela fuera su hacienda personal, cuando son ellos quienes deben rendir cuentas al país.
No hablo de gobierno porque lo que hacen Maduro y compañía no es gobernar, esta seguidilla de decisiones que tienen a Venezuela en la crisis más grave de nuestra historia es un desmadre. El país volvió a ocupar la vergonzosa posición de liderazgo como el más corrupto de América Latina. Maduro y su combo siguen embuchándose la riqueza del país mientras el pueblo pasa hambre. No es casual que también encabezamos la lista en el índice de miseria. Tristes noticias que deben impulsarnos a no desfallecer en nuestra lucha por hacer que el futuro no se parezca a esta realidad que enfrentamos hoy.
Una realidad que exhibe hondas heridas, como las que dejan el hambre y la inseguridad. Duele profundamente cada niño que, como Keiner, ha muerto de hambre, o está en riesgo por una severa desnutrición. Son muchas las familias que sufren de hambre: ¿Quién puede vivir con el segundo salario mínimo más bajo de América Latina, cuando una familia de 5 miembros necesita casi 19 mil bolívares diarios para comer y cerca de 25 mil para cubrir los gastos de la canasta básica. ¿Cómo explican que incluso luego del aumento decretado por Maduro el ingreso diario quedó en 2 dólares, cuando en Haití es de casi 5 dólares?.
Horroriza saber que en 2016 más de 29 mil venezolanos fueron asesinados en el país y que se registró la cifra más elevada de funcionarios policiales asesinados en comparación con los 5 años anteriores, en total 414. No es de extrañar que más del 50 por ciento de los venezolanos que se van del país lo hagan principalmente por la inseguridad.
Y mientras el venezolano lucha por sobrevivir, lo único que les interesa en Miraflores es ocultar la realidad, callar a quienes los confrontan y paralizar a los entes que aún pueden hacer contrapeso. Eso es lo que hemos visto recientemente en decisiones como la del Tribunal Supremo de Justicia al quitar a la Contraloría de la República la potestad de control sobre los entes adscritos al Ministerio para la Defensa, para traspasarlo a la Contraloría General de la Fuerza Armada; en las medidas contra la Asamblea Nacional; en la privación ilegal de la libertad del diputado Gilber Caro por quien este miércoles nos trasladamos a San Juan de Los Morros a exigir su liberación. A Gilber se le está violando su inmunidad parlamentaria y a la fecha ni sus familiares ni sus abogados han tenido contacto con él.
La respuesta ante todos estos atropellos sigue siendo la misma: una solución pacífica, constitucional, electoral y democrática. El voto es el arma que tenemos los demócratas, los que queremos la paz y el cambio estable para nuestra Venezuela.
Este es el primer año, desde enero de 1958, que los venezolanos son privados de su derecho a elegir mediante el voto. Votar es nuestro derecho y en la calle debemos exigir su respeto, porque como decía Octavio Paz: Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos.
Nicolás Maduro no impedirá el cambio en Venezuela. No hay cúpula corrupta que pueda con un pueblo decidido a cambiar.
¡Los venezolanos estamos cansados de la crisis y EXIGIMOS VOTAR!