Le propongo el ejercicio de sumar el tiempo que usted y su familia pasan metidos en las colas para comprar alimentos y otros productos básicos para su hogar, y que además lleve la cuenta de la cantidad de establecimientos que debe visitar en un día y qué decir en una semana, para surtirse de algunos de los productos que su familia necesita. Seguro coincide conmigo en que el resultado es alarmante pero no podemos quedarnos en el asombro y mucho menos resignarnos. Unión y Cambio es lo que se impone.
El venezolano está sumergido en un mar de dificultades, inseguridad, desempleo, escasez, inflación, problemas con los servicios públicos, y hasta la reaparición de enfermedades que habían sido erradicadas. ¿Y qué hace el gobierno? En lugar de realizar un autoexamen y corregir, busca excusas y las únicas medidas que toma lo que hacen es empeorar la situación o van dirigidas a impedir que el pueblo se exprese. En su búsqueda de culpables continúan las amenazas y acciones contra el sector privado, como lo hicieron este fin de semana con Farmatodo. El gobierno está para servir al pueblo y no al revés, y debe escuchar la voz de los venezolanos, que desde todos los rincones del país están exigiendo un cambio.
¿Acaso contener la lucha por aquello que es un derecho constitucional, el derecho la salud, a la vida, a la educación, a un empleo, a una vivienda, resolverá esta crisis, que es la peor de nuestra historia? En Venezuela el año pasado murieron 25 mil venezolanos víctimas de la violencia, están muriendo venezolanos por falta de insumos en clínicas y hospitales, mueren venezolanos por enfermedades que se habían superado y todo parece indicar que al gobierno no le importa que se pierdan más vidas, y hasta autoriza el uso de armas de fuego contra manifestaciones. Manifestaciones que en el momento actual están más que justificadas. Con medidas que buscan criminalizar la protesta quieren convertir a las víctimas en victimarios.
No tengo duda. Lo que está ocurriendo bien podría alimentar novelas completas de realismo mágico. Lo triste es que esta realidad venezolana nada tiene de mágica. Tampoco será mágica la solución, requiere unión, esfuerzo, organización desde las comunidades. Requiere que no perdamos la esperanza y la convicción en el poder de un pueblo que quiere, pero sobre todo necesita de hombres y mujeres honestos, responsables y capaces de enrumbar a Venezuela por el camino del progreso, conformando un gobierno eficaz que no despilfarre los recursos que son de todos los venezolanos.
Los venezolanos tenemos en nuestras manos la posibilidad de escribir, en colectivo, los próximos capítulos de esta historia y de darle un giro, basándonos en las líneas que nos muestra nuestra Constitución. Estoy convencida de que unidos sí podemos lograr el desenlace que sueña más del 80% de los venezolanos, uno donde democrática, pacífica, constitucional y electoralmente, logremos una Venezuela de justicia, equidad y progreso, esa que nuestro noble pueblo merece.