El desafío de reconstruir a Venezuela

CrisisectricaHoy es día del Urbanista y el desafío que enfrentamos actualmente quienes elegimos esta profesión es inédito. Los venezolanos vivimos la peor crisis institucional, social y política de nuestra historia, una que no imaginamos ni al plantearnos el peor de los escenarios para nuestro amado país.

Por años hemos sido testigos de un proceso multidimensional de destrucción que se hace evidente en nuestras ciudades, en cada espacio y en cada aspecto de la vida de sus habitantes, quienes nunca anticiparon el sufrimiento y la penuria que hoy padecen.

La dimensión de esta crisis nos da la medida del desafío que se nos plantea en nuestras ciudades y centros poblados. Pero hablamos de retos que no conocemos con exactitud cómo enfrentar.

Hoy en nuestra Venezuela vivimos lo que un amigo y colega bautizó como #OsteoporosisUrbana, la cual comienza con la desintegración de las instituciones creadas para la construcción, soporte y mantenimiento de la infraestructura urbana.

El transporte público ha ido desapareciendo, sumido en un círculo vicioso de destrucción. Sus usuarios son cada vez más pobres y no hay quien pueda pagar el aumento de los pasajes para trasladarse en unidades que, en su mayoría, se han convertido en chatarras rodantes. Los transportistas están arruinados y ya no tienen forma de prestar el servicio. Sus unidades se deterioran por la falta de repuestos y el incremento desmedido de los precios.

La triste realidad es que ya no hay sistema de transporte público que funcione, hay lugares donde vemos camionetas de carga convertidas en transporte de pasajeros. Mientras tanto el Metro, un sistema que fue modelo de eficiencia, se encuentra colapsado, ya no le quedan vagones, no hay escaleras mecánicas que funcionen en las estaciones y no hay frecuencia que cubra la demanda, a pesar del desmesurado aumento de la migración.

También se ve deteriorada la red vial, ya no hay semáforo que funcione, las calles, avenidas, autopistas y carreteras se encuentran abandonadas y arrastran a los vehículos que por ellas circulan. Ya desapareció la vialidad agrícola y no hay forma de traer los productos de lo que queda de producción a las ciudades.

El mismo fenómeno se repite con los servicios públicos, cuyas redes se encuentran destruidas. No hay quien sustituya o mantenga las tuberías de los acueductos y la consecuencia es que hay poblaciones a las que no llega una gota de agua.

Las redes de electricidad están sufriendo el mismo destino. Ya no hay ni generación ni distribución eléctrica. Y qué decir de la telefonía y de las redes para la conexión de internet.

Si pasamos al campo de la vivienda, no hay quien pueda mantenerlas, no importa si son los dueños o los ocupantes, no hay recursos que alcancen ni para las reparaciones o mejoras más elementales y mucho menos para ocuparse del entorno. Aún cuando los vecinos quieran asumir las mejoras en sus comunidades, el tiempo no alcanza porque se va en peregrinar en búsqueda de alimentos y medicinas y ahora hasta de efectivo.

En las viviendas multifamiliares, no funcionan los ascensores, los portones de seguridad, la impermeabilización de los techos, los ductos de basura, los hidroneumáticos para el agua.

En fin, cuando en el resto del planeta se habla de #ResilenciaUrbana, para prepararse y resistir las catástrofes naturales, a los venezolanos nos golpeó una catástrofe política e institucional para la que no estábamos preparados, por la acción sistemática de un régimen que destruye todo a su paso, en un ciclo perverso que se acelera cada vez más.

Pero los venezolanos no estamos condenados a vivir en la penuria. Si países enteros se han recuperado luego de ser arrasados por desastres naturales y guerras, nosotros debemos pararnos firmes ante el reto de reconstruir nuestra patria. Estamos obligados a pensar, a proponer, a estudiar y a soñar. Aún en medio de la oscuridad, de la hiperinflación, del hambre y de la destrucción debemos comenzar a trazar la ruta de la reconstrucción.

Ese es el desafío para los venezolanos, ese es el desafío para los #Urbanistas, que nunca la hemos tenido fácil. Debemos rescatar a nuestra Venezuela y la única posibilidad que tenemos los urbanistas de ejercer nuestra profesión empujando en esa dirección es involucrarnos en el cambio social, político e institucional que pide a gritos nuestra Venezuela.

Hoy, además de todo mi reconocimiento, hago llegar a los urbanistas un llamado para que nos sumemos a la tarea de reconstruir a Venezuela.

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