Con tristeza y horror hemos visto lo que ha pasado en nuestra Venezuela durante el último mes. Sabemos que hablar de unión y tranquilidad en estos tiempos que vivimos puede sonar inviable, pero nunca debemos abandonar la esperanza.
La fe debe acompañarnos en todo momento, en cada lucha, para dar un paso al frente en la reconstrucción de nuestro país y de nuestra sociedad. Por pequeña que sea la oportunidad debemos aprovecharla, para acercarnos a quienes piensan distinto e inspirar no solo fuerzas para continuar luchando por la Venezuela que soñamos, sino también fe y esperanza para remar todos juntos hacia un mismo destino.
Desde Miranda hemos estado a la vanguardia, recuperando los valores de la sociedad. Exaltando nuestras fortalezas y reconociendo nuestras oportunidades, para entre todos, como una misma familia, salir adelante. El diálogo comienza por el reencuentro y reconocimiento dentro de las familias, dentro de las comunidades. De allí la importancia de que todos participemos en las asambleas populares que, junto a nuestro gobernador Henrique Capriles, estamos realizando en nuestras comunidades, sin importar colores políticos y con la idea de enfocarnos en la búsqueda de las soluciones a los problemas que nos son comunes.
En estas asambleas populares, que realizamos, ha quedado demostrado que los problemas de las comunidades son los problemas de todos. A todos nos afecta la escasez, la inseguridad, la impunidad, el desabastecimiento de medicinas. Estamos profundamente convencidos de que, escuchando a los sectores populares y siendo la voz de quienes no tienen voz, cada día seremos más. Seremos más voluntades y manos para fortalecer el progreso de nuestro estado y de nuestro país. Así lo hemos hecho en Miranda y por eso somos un claro referente de lo que es posible lograr en nuestra Venezuela.
Llamemos al diálogo real, ese diálogo respetuoso donde todos tenemos derecho a expresar nuestras opiniones y sugerencias. Seamos garantes de la paz y la unidad dentro y fuera de nuestros hogares. Por muy largo que pueda parecer el camino siempre hay una meta que, con un poco de esfuerzo y fe, podremos alcanzar. El diálogo no es un tema de retórica, el diálogo no se limita a quienes ocupan posiciones de poder o de liderazgo.
Confiemos en que más pronto que tarde alcanzaremos el tan anhelado sueño de tener una Venezuela democrática, unida, tranquila y de oportunidades para todos por igual. Recordemos que dos mitades no hacen un país.