Los delirios de este gobierno agonizante lo llevan a actuar cada vez de manera más alejada de la realidad que se vive en nuestra Venezuela.
Esta semana que culmina es una viva muestra de su desconexión y también del desapego, o más bien del desprecio, que sienten por nuestro pueblo, que sufre en carne propia la peor crisis que haya conocido nuestro país.
Un festival de música que nunca debió ni siquiera pensarse, se está realizando en Caracas mientras a pocos metros familias enteras hurgan en la basura buscando, en lo que otros desechan, algo para comer. Eso no es más que un acto de crueldad.
No se cansan de burlarse de nuestro pueblo, como lo hicieron con la presentación de los nuevos billetes, como si fuera un logro destinado a facilitar las transacciones monetarias. Los nuevos billetes permitirán reducir el volumen o el peso en los bolsillos y carteras, pero nada aportan para solucionar la crisis. Estos billetes son solo una manifestación y un reconocimiento velado, por parte del Banco Central de Venezuela, de la escalada inflacionaria que vivimos.
No deja de sorprender que un gobierno que tiene al pueblo sumido en una crisis humanitaria, en lugar de escuchar, en lugar de sentir el clamor de los hombres y mujeres de esta tierra, lo que hace sea recurrir al circo, subir el volumen de la música y mirar para otro lado.
Quién sabe cuántas horas y recursos destinaron buscando valerse, una vez más, de la imagen del presidente Chávez, para hacerlo caminar como una proyección luminosa por las calles del centro de Caracas.
Ellos pueden mirar para otro lado, pero los venezolanos no; no solo sufrimos esta crisis, sino que tenemos que seguir mirándola cara a cara para poder enfrentarla y para vencerla como sabemos hacerlo, con trabajo, con organización, apelando a la solidaridad, al compromiso y a la unión.
Este gobierno insiste en mentir, en tratar de manipular a los venezolanos, a gobiernos de otros países, a organismos internacionales y hasta a la Iglesia. Pero la jugada del diálogo dejó a Maduro ante el mundo como lo que es: un mentiroso al que no le importan los problemas de los venezolanos.
En sus intentos por desviar la atención, al verse acorralados por sus propios errores, recurren a sus viejas tácticas de manipulación y control y reeditan la fórmula de hacer milagro con escapulario ajeno; de señalar al empresario y de hacerse de aquello que no es suyo para buscar congraciarse. Es sencillo, este gobierno no produce nada y por eso le quita a los que sí lo hacen.
Este viernes fue el día internacional de la lucha contra la corrupción pero nuestro país no puede celebrarlo porque tiene un gobierno que no tiene logros que mostrar. Este gobierno no persigue la corrupción sino a los empresarios que trabajan y generan empleos.
Tras años de bonanza petrolera, la más grande de nuestra historia, no hay recursos para atender los problemas de los venezolanos, que vivimos una crisis humanitaria. Este sábado, en el día de los derechos humanos, los venezolanos en lugar de celebrar tenemos que vivir con un gobierno que no respeta nuestros derechos fundamentales. No hay dinero para alimentos, medicinas e insumos médicos vitales, pero sí para Suena Caracas. Con esos recursos podrían alimentarse por un día más de 480 mil personas. No hay dinero para los jubilados, que tienen que debatirse entre comprar comida o medicinas, pero sí para satisfacer los sueños de los enchufados de fotografiarse con sus artistas favoritos. Quienes creemos en una Venezuela de progreso, tenemos el gigantesco compromiso de hacer de este país una tierra donde los Derechos Humanos estén garantizados y así será.
Los venezolanos quieren un gobierno que rinda cuentas sobre la enorme cantidad de recursos que entraron producto de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia y que no se invirtieron en nuestro pueblo, basta ver cómo ha crecido la pobreza y cuánto se ha deteriorado la calidad de vida de nuestro pueblo para darse cuenta.
Acabamos de cumplir un año de aquel 6 de diciembre en el que los venezolanos dijeron claramente al gobierno que quieren un cambio, constitucional, democrático y electoral. Hoy, más que nunca, tenemos que mantenernos aferrados a nuestro objetivo, a nuestra lucha.
Los problemas que viven los venezolanos y que este gobierno indolente e irresponsable se empeña en profundizar si tienen solución, y la solución está en un cambio político.
A todos nos afecta esta crisis, por eso debemos seguir luchando unidos hasta lograr que nuestro país cambie. Unidos lograremos que sea el pueblo quien decida, a través del voto, el futuro del país. ¡Juntos lo lograremos!