Un 15 de marzo, hace cuatro años, publiqué en este mismo espacio un artículo que titulé “Escuchen la poderosa voz de las venezolanas”, que fue la última actualización que realicé en mi blog antes de las líneas que están leyendo.
Muchas circunstancias me mantuvieron alejada de este canal que para mí siempre fue muy importante, y era una deuda pendiente volver a conectarme con ustedes por este medio. Tras esta pausa, quiero contarles acerca de los proyectos en los que me estoy enfocando, siempre con la mente puesta en nuestra Venezuela. Pero también me parece que es momento de hablarles de mis raíces, que en definitiva determinan quién soy y también hacia dónde voy.
Como venezolana, tengo la convicción de que las mujeres tienen un rol fundamental en el proceso de reconstrucción de nuestro país y por eso, con humildad, deseo compartir mi experiencia con todas las que desde su propio espacio siguen luchando por un futuro de progreso y oportunidades.
Yo soy una caraqueña nacida en la parroquia Altagracia y registrada en la parroquia San José, pero siendo muy pequeña mis padres se mudaron al municipio Baruta del estado Miranda y prácticamente pasé toda mi vida en esa maravillosa entidad, a cuyo pueblo tuve la oportunidad de servir.
Desde mi más temprana infancia comenzó a crecer en mí el concepto de trabajar por el bien de la comunidad. De hecho, desde muy joven fui voluntaria en el hospital San Juan de Dios, y toda mi adolescencia fui colaboradora en centros de salud. Siempre pensé que mi vida era de servicio y así sigue siendo; esa es mi vocación y por eso me identifico con la frase de la madre Teresa de Calcuta que expresa que “quien no vive para servir no sirve para vivir”.
De allí mi decisión de estudiar urbanismo, porque es una carrera que analiza las relaciones de las personas con el entorno, y busca resolver los problemas de la gente, de los servicios públicos. Gracias a Dios pude vincular mi carrera, mi vocación, con la política, y tener logros que me han llenado de satisfacción y experiencias de las que he aprendido muchísimo.
Algo por lo que me siento muy afortunada es por haber nacido en el seno de una familia que valora mucho la educación y el trabajo. Soy nieta de inmigrantes, y mis abuelos llegaron a Venezuela sin nada; pero gracias a su esfuerzo, mis padres fueron de las primeras generaciones que pudieron estudiar. Gracias a ellos aprendí el amor por los libros y por la formación académica, algo que todavía hoy me acompaña y me permite seguir creciendo y adquiriendo los conocimientos necesarios para continuar aportando ideas en beneficio de los venezolanos.
También estoy orgullosa y agradecida por el hecho de que mi educación siempre fue dentro del sistema de enseñanza pública, primero en la Escuela Experimental Venezuela, luego en liceos del Estado y finalmente en la Universidad Simón Bolívar, donde me gradué como urbanista.
Gracias a esa preparación aspiré y obtuve un crédito de Fundayacucho, que me permitió realizar una maestría en planificación regional y urbana.
De modo que si de algo puedo dar fe es de la importancia que tiene contar con una educación pública de calidad, y es por eso que junto a todo el equipo de Miranda puse el alma para fortalecer el sistema educativo del Estado. La educación es la clave que le abre las puertas a todas las personas sin importar el lugar y las condiciones de su nacimiento.
Al culminar la universidad, contraje matrimonio y con el crédito mi esposo y yo viajamos a Estados Unidos, donde nació mi primera hija. Pero en mis planes siempre estuvo regresar para trabajar al servicio de los venezolanos. Mi destino era volver al país, así lo sentí entonces y ese mismo sentimiento es el que me acompaña hoy.
Al regresar a Venezuela, siendo todavía muy joven, ingresé en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, y con apenas 28 años fui directora general sectorial de Planificación de Transporte. Luego comencé a trabajar en la Universidad Simón Bolívar, específicamente en el Instituto de Estudios Regionales y Urbanos. Estando allí me contactó Henrique Capriles cuando se preparaba para ser candidato a la alcaldía de Baruta. Enseguida me sentí identificada con su proyecto y deposité mi confianza en él. Aunque hasta este momento no había tenido contacto con el mundo de la política, ayudé en la elaboración de su programa de gobierno y cuando me di cuenta ya estaba enganchada en su gestión.
En Baruta, fui primero directora de planificación y luego directora general. También ejercí como alcaldesa encargada, cuando Henrique decidió lanzarse por la gobernación de Miranda. El siguiente paso, también junto a Capriles, fue afrontar la secretaría de Gobierno cuando asumió como gobernador. Así que pude seguir trabajando en equipo con él y con muchas personas que hicieron grandes aportes.
En Miranda tuvimos una gestión muy exitosa centrada en la educación, porque esta es capaz de cambiar la vida de las personas. De allí que entre los logros me gusta destacar las 60 nuevas escuelas que construimos y entregamos a los mirandinos para fortalecer la enseñanza de los niños y jóvenes.
Cuando Henrique decidió ser candidato presidencial quedé encargada de la gobernación, una experiencia extraordinaria que tuve la oportunidad de vivir dos veces, pues nuevamente quedé al frente de la gestión con su segunda candidatura. Los retos y desafíos que esto supuso y la entrega que implica la lucha para que todo salga bien me hicieron una persona más fuerte. Nuestra labor le marcó la vida a muchas personas que se vieron tocadas de forma positiva, por lo que puedo decir llena de emoción y también de orgullo, que la satisfacción del trabajo realizado es algo que me acompañará toda la vida.
Llegado el momento, me enfrenté a una nueva etapa en la que trabajé por mi propia candidatura para diputada por el circuito 4 del estado Miranda, y luego, una vez elegida, asumí los desafíos que se me plantearon como representante ante la Asamblea Nacional. Fue una experiencia novedosa que me expuso más al mundo de la política, pues si bien en el año 2000 comencé a militar en Primero Justicia, mi trabajo siempre había estado orientado a la gestión pública.
Muy pronto me vi obligada a tomar una decisión que me llevó a replantearme todo. Mientras ejercía como diputada y habiendo estado tan vinculada por varios años con el Gobierno mirandino comencé a sufrir amenazas. Me sentía desconcertada y un día salí prácticamente con mi cartera y mi pasaporte. Pero el alejamiento geográfico no significa que haya dejado atrás a Venezuela. Muy por el contrario, en mi mente estuvo desde el primer momento encontrar el camino que me permitiera seguir sirviendo a mi país. Eso es algo que nadie me puede impedir.
Entonces, me propuse estudiar para seguir trabajando por Venezuela desde el ámbito internacional y apliqué para un postgrado en la Universidad de Harvard, en la que fui admitida. Aunque no pude ingresar porque no tenía los recursos necesarios, el solo hecho de haber sido aceptada en una de las casas de estudios superiores más importantes y prestigiosas del mundo, fue un gran logro para mí.
En ese momento, una vez más, la vida fue generosa conmigo y me permitió nuevamente servir a mi país, ahora en el exterior, a través del Banco Interamericano de Desarrollo donde ingresé en 2019 como Consejera Senior. Actualmente, todos los proyectos que estamos desarrollando están orientados a la reconstrucción del país. Pero adicionalmente, me sumé al grupo de trabajo de Venezuela del Atlantic Council, un Think Tank o tanque de pensamiento, a través del cual se generan nuevas ideas y recomendaciones prácticas en torno a los problemas más apremiantes que enfrenta el país.
Particularmente, mis esfuerzos se dirigen a apoyar a las líderes que han estado en la política y tienen mucho que ofrecer para la reconstrucción de nuestra querida patria.
Como mujer y servidora pública estoy convencida de que el haber estado siempre conectada con mi fuerza interior, me ha permitido mantener en alto mis aspiraciones, vencer el miedo y no permitir que nadie dañe mis ilusiones. Y es que no se puede avanzar si no se tiene un sueño.
Haber tenido esto presente en momentos críticos fue clave para mí. Por ejemplo, cuando estaba en la Alcaldía de Baruta mi esposo, ahora mi exesposo, quien es ingeniero de petróleo, consiguió trabajo en El Cairo, Egipto, y pensamos que para nuestras dos hijas de 5 y 10 años en ese entonces, lo mejor era que estuvieran con su papá para poder estudiar allá en un colegio internacional. Pero llegado el momento, lo que era una circunstancia temporal se volvió permanente y me vi en la necesidad de repensar mi vida, mi familia y mi relación. Yo tenía que seguir trabajando en mi misión como servidor público en Venezuela y tenía dos niñas a las que dar el mejor ejemplo: que uno no se debe desconectar de lo que quiere y lo que sueña.
Viendo en retrospectiva ese momento, que representó un gran sacrificio para nosotros como familia, estoy segura de que fue una decisión acertada, pues pude darles a mis hijas el mejor ejemplo al ir detrás de mis sueños.
Hoy puedo decirles a las venezolanas que siguen luchando por sus comunidades, por sus estados y por el país, que la mejor inversión que uno puede hacer es conservar su propio capital, lo que implica educarse y quererse con la misma intensidad con la que queremos a los nuestros.
Las mujeres en Venezuela llevan el peso de la crisis sobre los hombros; pero a la vez tienen un rol fundamental para su solución. Y es que las venezolanas son luchadoras, son las que están al frente del hogar y son líderes naturales.
Las mujeres somos capaces de todo, podemos lograrlo y cada una desde su propio espacio está haciendo todo lo posible por conseguir el cambio que tanto anhelamos los venezolanos.
¡Sigamos adelante luchando para hacer realidad nuestros sueños!
Mucho de lo que comenta no lo conocía, al final, todo funcionario tiene anhelos y hace sacrificios como los de cualquier trabajador aunque incluso sus allegados, compañeros de trabajo o las personas a las que sirven no los conozcan.
Un gusto leerla y recordando con satisfacción los años de servició que di en PC Miranda, y el agradecimiento por la posibilidad de ejercer mi profesión en un área con tanto impacto social. Además de poder ascender dentro de la institución sin yo haber militado nunca en movimientos políticos, cosa que valoré mucho de la gestión del equipo que usted acompañó, un saludo desde Bolivia.