Una Venezuela de paz y progreso si es posible

Cada venezolano que cae víctima de la violencia, es una pérdida que enluta no sólo a sus seres queridos sino a todo unnamedel país, es un recordatorio de la irresponsabilidad, la ineptitud, la inacción, la falta de sensibilidad y el irrespeto a los más elementales derechos humanos por parte del gobierno.

Han pasado 16 años d
esde el inicio de esta mal llamada revolución, que se dice humanista, y no hay una sola señal de enmienda por parte de quienes juraron defender la Constitución y garantizar la vida de nuestro pueblo.

Sí. Es difícil de digerir. 16 años y un total de 23 planes de seguridad y, lejo
s de disminuir, la violencia en nuestro país gana cada día más terreno y el número de venezolanos asesinados diariamente se asemeja al de un país en guerra. ¿Qué pensarán Maduro y Cabello sabiendo que nuestra Venezuela, tiene el mayor número de muertes por estallido de granadas, aunque no exista en el país una guerra o conflicto armado?

La inseguridad se ha enquistado a tal punto en nuestro país, que vivimos intranquilos. La angustia se ha convertido en nuestra compañera cada vez que salimos a la calle. Es la compañera de cada madre, padre, hijo, hermano, que teme por la vida de sus seres queridos.

Mientras esto ocurre en sus narices, el gobierno guarda silencio. La impunidad, la corrupción y el amiguismo, se están comiendo al Sistema Judicial. No hay culpables ni responsables. La justicia en el país está podrida, tenemos jueces provisorios a los que solo les interesa estar bien con el gobierno para defender su puesto, dejando a un lado su verdadera responsabilidad. ¿El resultado? De 100 delitos que se cometen en el país, 96 quedan impunes.

Tenemos una Fiscalía General  que no hace nada ante las denuncias. Tenemos un sistema de justicia que no le hace justicia a su nombre, con jueces que se dedican a perseguir a quien piensa distinto, mientras los delincuentes siguen en las calles. A este cóctel se suman centros penitenciarios donde los reclusos se encuentran hacinados, donde el control no lo tienen las autoridades sino grupos organizados. Según el Observatorio Venezolano de Prisiones la capacidad instalada de los centros de reclusión venezolanos es de 19.000 reclusos pero en la actualidad hay 55.007 privados de libertad, lo que representa un hacinamiento de 190%.

¿Cuántos muertos más necesitan para hacer algo? A Nicolás y Diosdado no les importa esta realidad porque ellos si están seguros. Si fueran a las comunidades y realmente escucharan al pueblo sabrían qué sienten nuestras madres.

Todos los venezolanos nos vemos afectados por esta incertidumbre, la violencia nos afecta sin importar colores políticos y esa es una razón más para unirnos.

En lugar de inventarse cada día una nueva guerra imaginaria, deberían dedicarse a ponerle fin a las verdaderas guerras que libran cada día los venezolanos. En lugar de inventarse la guerra económica deberían luchar contra la guerra de la inseguridad, esa que, por cierto, ellos mismos alimentaron.

Este no es el país que quiero y sé que no es el país que tú quieres. Esa Venezuela de paz y progreso donde todos los venezolanos podamos vivir tranquilos sí es posible pero nos necesita a todos. Es la vida de tus hijos, de tus nietos la que está en juego.

Necesitamos mejorar el sistema de justicia del país, que los policías estén en la capacidad de cuidarnos, que los fiscales y jueces hagan su trabajo, sin ataduras partidistas, que los centros de reclusión dejen de ser universidades del delito.

Sabemos que el cambio es posible y desde la Asamblea Nacional vamos a legislar para solucionar la crisis que estamos viviendo todos. Queremos velar porque el Poder Judicial deje de estar sometido por un grupito. Queremos estar en la Asamblea Nacional para garantizar a las gobernaciones y alcaldías los recursos necesarios para las policías regionales y municipales y para velar porque los mismos sean bien ejecutados.

Queremos ser tu voz en la Asamblea Nacional para ponerle un parao a esta situación y vivir tranquilos. Como tú, millones de venezolanos vivimos esta realidad. Tú tienes la posibilidad de elegir, ¡Haz la diferencia!

Juntos, podemos garantizarle un mejor futuro a nuestros hijos, para que cuenten con una Venezuela llena de oportunidades para salir adelante. Este 6D Vota porque ¡Vamos a cambiar para progresar!

Por la PAZ se trabaja en EQUIPO

Ya las estadísticas no resguardan a ninguna familia de al menos un miembro –directo o indirecto, pero finalmente, cercano- víctima de la violencia en nuestro país. Pareciera que la muerte se ha convertido en la gran sombra de nuestras casas, y por ende, el miedo, parte de nuestra personalidad.

La desesperanza parece unánime cuando sobre la inseguridad y la violencia se habla. Sin embargo, hablar de progreso en la lucha por una vida en paz, no es utopía.

Hace unas semanas tuvimos un acto donde fueron juramentados 12 mil 502

En Miranda apostamos por la PAZ. ¡Sí hay un camino!

promotores de paz mirandinos, con la principal finalidad de crear una cultura de paz, tranquilidad y reconciliación en nuestra entidad.

Ya en una oportunidad, les conté la historia de las Madres de Catuche quienes, a través del diálogo con la comunidad, hijos y familiares, lograron mantener el barrio 3 años sin asesinatos. Eso y más es lo que queremos lograr de la mano de estos maravillosos Promotores de la Paz que se han comprometido con toda la disposición del mundo a aportar sus conocimientos y ayuda a quienes lo ameriten.

Hablando se entiende la gente es más que un dicho, es una gran verdad que ya está siendo aplicada en nuestras calles y en cada rinconcito de nuestro estado.

La invitación es a todos aquellos mirandinos que quieran unirse a esta iniciativa para vivir en armonía, en un ambiente de tolerancia y tranquilidad. Si quieren participar, sólo deben dirigirse a la Casa del Pueblo más cercana a su residencia y ahí obtendrán toda la información para adentrarse en este nuevo camino de buenas energías.

La paz y la reconciliación se trabajan en equipo.

¡Arriba Miranda! ¡Arriba Venezuela!

Los rostros de la violencia

Uno de los retos de trabajar en lo público ha sido no perder la capacidad de asombro ante realidades que, por cotidianas, no dejan de ser aterradoras.

En nuestro país, casi el 80% de la población vive en condiciones de pobreza extrema, son víctimas de la exclusión, de la violencia y, en ocasiones, sólo logran visibilidad cuando se convierten trágicamente en los protagonistas de las páginas rojas de los diarios.

Esta semana, se conoció que en Venezuela ocurren 250 homicidios semanales. Se dice rápido, pero hay que detenerse a pensar. Se trata de venezolanos muertos a manos de venezolanos. Venezolanos a los que quizá les gustaba el béisbol o seguro eran fanáticos de la vinotinto. Venezolanos que estudiaban, que trabajaban, que cuidaban de sus hijos, que querían a sus padres. Venezolanos que no estarán en la mesa con los suyos este 24 de diciembre.

Ana Isabel perdió a su hijo Carlos Alberto Palacios (25 años) y a su esposo, en la noche de año nuevo de 2011.

Cuando dejamos de pensar en las cifras y empezamos a pensar en los rostros que nos arrebata la violencia, la realidad se vuelve aún más avasallante, nos asombra, nos entristece, nos indigna. Esto fue lo que quisieron lograr los fotógrafos de Esperanza Venezuela, quienes retrataron y expusieron en gigantografías, 55 rostros madres que perdieron a sus hijos en uno de los tantos homicidos que engrosan nuestras cifras rojas.

Nos presentaron la cara del dolor y les juro que sentí que era el mio. Le di gracias a Dios por  la oportunidad de trabajar para que esta realidad no se replique. No permitamos que  el horror sea parte «natural» de nosotros, porque no es lo que merecemos y tenemos un camino para cambiarlo.